Stefania Arteaga
Cuando veía a los agentes de inmigración detener a personas para deportarlas a la salida de la iglesia o afuera de las canchas de fútbol, entonces yo iba a recoger a los niños que se habían quedado solos y los llevaba a sus casas. Así fue como empecé a ayudar a mis vecinos y con el paso del tiempo terminé trabajando en una organización por los derechos civiles que se llama American Civil Liberty Union (ACLU).
Mi objetivo es evitar las deportaciones y para eso entregamos asistencia técnica a las comunidades. La experiencia más difícil que me tocó vivir fue el caso de Pedro, un adolescente detenido camino a la escuela. Lo golpearon y lo dejaron en un centro de detención por ocho meses.
Lo vi cómo perdió peso cuando estaba detenido y los moretones que tenía porque los guardias lo golpeaban. Al final lo deportaron y ahora está en El Salvador, el mismo país donde yo viví hasta los 7 años.
Acabo de obtener la residencia, pero mis padres tienen un estatus migratorio temporal que debe ser renovado cada 18 meses. Y mi hermano corre el riesgo de que lo deporten. Pero tenemos esperanza. Vamos a apelar y vamos a hacer todo lo posible para que siga viviendo en EE. UU.
A futuro quisiera ser abogada para seguir luchando por los derechos de los migrantes.