Tras el accidente se construye el primer sarcófago para contener la radiación en el malogrado reactor 4, quedando operativos los 1, 2 y 3.
El reactor 2 se cierra de forma permanente tras un incendio en una de sus turbinas.
Ucrania firma el memorándum de Ottawa y se compromete a cerrar la central.
Se desactiva el reactor número 1.
Comienzan las obras para reforzar el primer sarcófago, deteriorado y en peligro de hundimiento.
Se cierra el último reactor operativo, el 3, y la central se clausura finalmente.
Un informe de la ONU estima en 4.000 las muertes por la radiación en los 3 países más afectados.
Comienzan las obras del nuevo sarcófago (NSC) con el objetivo de contener la radiación por un siglo.
Finaliza la instalación del NSC, con un coste estimado de 1.500 millones de euros.
Las tropas rusas toman la central y otros territorios de la región, causando un aumento temporal de los niveles de radiación.